Noches de Collao

No son noches, son tardes.
No son tardes.
Ya no sé lo que son.
Un día nada más.
Otro más.
Me introduzco al rodoviario.
Vislumbro viaje o es lo que quiero.
En el local del bus que vuelve loco a un compañero no pasa nada emocionante, ni siquiera se me lanzan a ofrecerme pasajes a precio costo.
De todas formas no aceptaría.
Dos puestos más alla, una mujer me quita el puesto en la fila.
Podría reclamarle pero parece estar choqueada.
Con telefono en mano cuenta que su madre murió.
Su apellido era Collao, irónias de la vida.
El llanto le es superior y de a poco empieza a desvanecerse.
No termina en el suelo por la gracia de un hombro.
Suerte de ella dentro de todo lo mal que se ve.
No hubo transacción.
Nunca hubieron intenciones de que existan.
Ando extenuado y sera mejor darse a la vida.
Lanzarse en medio de esa calle donde está el kiosko que me informa, que me devulve a la realidad y me sepulta.
Más rato veo la magia...pero sigo sin creer.
Esa es la base.