El viaje dijo chao

Los designios veraniegos nos llevan a tomar nuestras pilchas y mochila y partir a la aventura. Al menos cuando se es joven, hay que aprovechar. Mi trabajo de garzón en espacio Riesco me dejó sus monedas que logré juntar. Así que ni plata tuve que pedir a los poderosos llamados padres.

De Santiago a Curicó-Molina. Donde los borrachines nos cuentan en la plaza que pueden viajar en el tiempo y conocer el tercermundo, como Uganda. En molina siguen en dictadura y los buses tienen 40 asientos, pero venden hasta el número 52. Es necesario indicar quién manda ahí. Rescatable esa tarde en Molina, para después partir al Parque Nacional Siete Tazas.


Allá se va a acampar con fogata pero sin guitarra (No dejan entrar a algunos campings). Luego de conocer las Tazas, caminar mucho y chapuzonear en el Salto de La Leona, la mente da para más. Pero el cuerpo exige algo más estimulante. Para eso, mucha Cerveza. Escudo si se puede, pero está bien, la Becker no mata. Nos fuimos de las Siete Tazas.

El siguiente paso fue Linares. Tenemos un amigo músico ahí que nos recibió con camas y buena onda. Tenía que tocar con su grupo y obvio nos comprometimos a ir a verlo. La gracia era dónde tocaba. Longavi (la ciudad de la Ship). Nunca pensé que iba a conocer tal lugar. Lleno de calor, pero frescura de pueblo, donde en algo parecido a una cantina del viejo oeste era el lugar cervecero.

Tarde de Rock en Longavi y guitarras rotas por un rockstar que resultó ser mi amigo Linareño. Un Orgullo para toda la localidad.

Y pensaba llegar más lejos, pero las circunstancias me vararon en Concepción, donde estoy todo el año. Allí hice lo que mejor pude y no fue desagradable verse pasarla bien casi todos los días.

Vuelvo a Santiago y Oh demonios. Una semana. Eso me queda de vacaciones. El viaje fue bueno, en buen momento y lo mejor: No tenía cámara de foto. No crean esto como cuento de drogadicto, de verdad pasó.



Éste es el papeleo legal de compra venta común en los negocios. Aquí algunas boletas y pasajes de buses del Viaje. La única prueba que hay.